12 Frases de Sigmund Freud

Pensamientos célebres de Sigmund Freud

  1. A veces un puro es solamente un puro.
  2. Ser completamente honrados consigo mismo es un buen ejercicio.
  3. Cada uno de nosotros tiene a todos como mortales menos a sí mismo.
  4. La verdad al cien por ciento es tan rara como el alcohol al cien por ciento.
  5. Todo chiste, en el fondo, encubre una verdad.
  6. Uno puede defenderse de los ataques; contra el elogio se está indefenso.
  7. He sido un hombre afortunado; en la vida nada me ha sido fácil.
  8. Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo.
  9. Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla.
  10. Si la inspiración no viene a mí salgo a su encuentro, a la mitad del camino.
  11. Como a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que no crea.
  12. Dijo Platón que los buenos son los que se contentan con soñar aquello que los malos hacen realidad. 

El coliseo de los Flavios



   Iniciado en el año 72 y terminado ocho años mas tarde, el Coliseo o anfiteatro de los Flavios fue el mayor de los circos del mundo antiguo. Sus grandiosas ruinas se mantienen en pie en el centro de Roma.
   Los romanos le llamaron "el Coloso": "Coloseo", de ahí "Coliseo". Iniciado por Vespasiano, e inaugurado por Tito, fue terminado por Domiciano. Tiene proporciones gigantescas: 527 metros de perímetro, 188 de largo y 156 de ancho. Se ofrecieron en el combates de gladiadores y naumaquias, es decir, combates navales, a los 100 000 espectadores que tenían cabida en sus gradas. Para conmemorar el aniversario de la fundación de Roma, los festejos duraron mas de cien días. Varios temblores de tierra no consiguieron destruir el Coliseo, pero gran cantidad de sus piedras sirvieron para construir posteriormente villas y palacios romanos.

Persépolis

   Entre el Mediterráneo, el Caspio y el golfo Pérsico se extendió en la antigüedad el vasto imperio de los persas. La ciudad de Persépolis, fundada por Darío, reunía un conjunto fabuloso de palacios reales.
   Iniciada su construcción el siglo VI a. de J.C., la ciudad real comprendía los palacios de Darío, de su hijo Jerjes y de Artajerjes. Estos edificios se levantaban sobre un montículo artificial de 13 metros de altura. aplanado para formar una terraza de 473 metros de longitud por 86 de anchura. Se llegaba a pie por una gran escalinata doble, y en carro por una rampa muy suave. La maravillosa sala de recepción de Darío podía albergar 10 000 personas bajo su techo, sostenido por cien columnas de 11 metros de altura. El rey de Macedonia, Alejandro Magno, mando incendiar Persépolis en el ano 331 a. de J.C., con lo cual destruyó una inestimable cantidad de obras de arte y preciosos testimonios de la historia antigua.