Dimitri Ivanovich Mendeleiev, nacido en Tobolsk en 1834, era el último de los catorce hijos del director del Liceo de la ciudad y, al igual que su prolífico padre, siguió la vocación docente, la cual habría de llevarle a importantes investigaciones en el campo de la química que le harían universalmente famoso. Mendeleiev fue profesor del Instituto Técnico de San Petersburgo y más tarde catedrático de Química en la Universidad de esta ciudad. En 1893 fue nombrado director de la Oficina Rusa de Pesas y Medidas, desde la que contribuyó con eficacia a implantar en su país el sistema métrico decimal. Cuando tuvo lugar el nacimiento de la industria petrolera norteamericana, el gobierno ruso encomendó a Mendeleiev la investigación de las posibilidades de explotar los yacimientos de Bakú y del Cáucaso, que aún siguen siendo los más ricos suministradores de «oro negro» soviético. Mendeleiev tuvo esa responsabilidad debido a sus brillantes trabajos sobre la expansión de los líquidos y la dilatación y compresibilidad de los gases. Sin embargo, el renombre de este químico ruso se debe sobre todo a su clasificación periódica de los elementos químicos, basada en el descubrimiento de que las propiedades de éstos dependen de las funciones periódicas de sus pesos atómicos. La ley de la periodicidad de los elementos de Mendeleiev quedó expuesta en una tabla que presentaba una serie de huecos, que correspondían a elementos aún desconocidos; la ley expuesta resultó de extraordinaria utilidad como guía en la búsqueda de varios elementos todavía no conocidos. Estos elementos y sus propiedades fueron descritos con notable acierto por el sabio ruso.
Mendeleiev publicó en 1869 su obra más importante. Principios de Química, en la que se compendiaba de algún modo las importantes aportaciones científicas de su autor, que murió en 1907.
¿Por qué las flores son perfumadas?
La naturaleza ha desarrollado toda clase de sistemas que permiten a los animales encontrar las flores que necesitan; además se puede pensar que algunas plantas están estrictamente limitadas a los países donde viven ciertos animales. El perfume sirve como señal para el animal que busca la planta. Si bien es cierto que los himenópteros, como las abejas y avispas, son atraídos también por los perfumes que nos gustan, como el de la rosa o la madreselva, hay otros insectos como las moscas que, por el contrario, son atraídos por olores desagradables: olor de carne en descomposición y cadáveres, o de algunas flores como las aráceas, los aromas o los dracúnculus.
¿Quiénes eran los tártaros?
Tártaros. "¡Bien está que se les llame tártaros, porque sus acciones son de émulos del Tártaro (infierno)!" Tal fue, según se dice, la triste exclamación del pío rey San Luis de Francia al saber de los estragos y daños causados por las hordas mogólicas, que procedentes de Asia, irrumpieron en Europa en el siglo XIII. El nombre de esa tribu llegó a aplicarse a todo el grupo de tribus que formaban las hordas de Gengis Kan y de otros invasores mogoles de tiempos pasados, así como a los pueblos afines que subyugaron y a la región de la cual procedían, conocida actualmente por Turkestán, con las regiones circunvecinas que invadieron, que se llamó Tartaria.
Hoy, generalmente, se reserva el nombre de tártaros a un grupo de tribus de Rusia y de Siberia que asciende a unos 3 000 000 de individuos, en su mayor parte, de origen turco y de religión mahometana. Las de Rusia proceden de la invasión mogólica del siglo XIII, aunque tienen muy ligeras huellas de sangre mogola, o quizá ninguna.
Hoy, generalmente, se reserva el nombre de tártaros a un grupo de tribus de Rusia y de Siberia que asciende a unos 3 000 000 de individuos, en su mayor parte, de origen turco y de religión mahometana. Las de Rusia proceden de la invasión mogólica del siglo XIII, aunque tienen muy ligeras huellas de sangre mogola, o quizá ninguna.
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