¿Por qué el humo no siempre asciende verticalmente?

   En los días que no hay viento, el humo sube recto al cielo. Cuando lo vemos inclinarse a derecha o a izquierda, o en todos los sentidos, es que sopla el viento, que lo arrastra.
Las finas partículas, sólidas, liquidas o gaseosas que componen el humo, a medida que van elevándose en el aire chocan contra las capas atmosféricas y se deslizan por un camino sinuoso, perdiendo poco a poco la energía que poseían por el hecho de que su tem­peratura era más elevada que la del aire del ambiente. Terminan por mez­clarse con el aire, bastante rápidamen­te, sobre todo cuando hay viento.

Antonio de Ulloa

   La apasionante discusión que en el siglo XVIII se planteó acerca de la forma de la Tierra fue causa de que la Academia de Ciencias de París enviase dos comisiones: una a Laponia y otra al Ecuador, presidida esta última por el eminente sabio francés La Condamine, al que acompañaban Godin y Bouguer. Queriendo el rey francés Luis XV asociar a esta empresa el nombre de España y buscar al mismo tiempo con ello apoyo para la empresa, solicitó del rey Felipe V coopera­ción para esta, expedición científica, a lo que accedió gustoso el monarca español, que incorporó a ella a dos marinos de la Armada: Jorge Juan y Antonio de Ulloa, a la sazón, dos muchachos de 21 y 19 años respectivamente. Gran extrañeza causó entre los sabios franceses el nombramiento de estos dos jóvenes, cuyos mé­ritos desconocían. Los comisionados de Espa­ña fueron en un prin­cipio tomados medio en broma y considera­dos por los franceses como dos muchachos inexpertos. Mas pron­to la comisión francesa supo apreciar los méri­tos de los dos marinos españoles; como dice un biógrafo: "si al principio los tomaron por pigmeos, pronto tuvieron que confesar que eran verdaderos gigantes".

¿Cuántas obras escribió Aristóteles?

   Algunos escritores antiguos atribuyeron al gran filósofo Aristóteles cerca de un millar de obras. A nosotros nos han llegado cuarenta y siete, y no todas completas. Pero estas solas son suficientes para apreciar la extraordinaria calidad de su privilegiado intelecto, "En todas las cosas de la naturaleza existe alguna maravilla", así dejó dicho Aristóteles. Y, fiel a este enunciado suyo, se dedicó a observar todos los fenómenos naturales.
   Antes de Aristóteles, la ciencia se hallaba todavía en sus primeros pasos. Hasta entonces, cuando no se lograba establecer las razones determinantes de un fenómeno natural, se creía en la intervención de alguna fuerza sobrenatural. Aristóteles fue el fundador de la ciencia: demostró que con el razonamiento se pueden explicar los fenómenos del universo. Trató, por consi­guiente, de conocer las razones de una infinidad de fenómenos naturales. Muchas de sus observaciones, no obstante ser talentosas y evidenciar dotes de razonamiento poco común, hoy no son ya aceptables. Es menester no olvidar que Aristóteles formuló sus principios y deducciones con la sola ayuda de la "lógica", y sin realizar ningún experimento. Pero, a pesar de ello, no pocas de sus teo­rías conservan todavía todo su valor, después de transcurridos más de dos mil años, no obstante los progresos alcanzados en todos los campos del saber. Entre las nociones de Aristóteles que permanecen indiscutidas, por ejemplo, merece señalarse aquella, basada en sus estudios sobre zoología, por la cual dividía a los ani­males en dos grandes clases (correspondientes, casi exactamente, a las actuales de los vertebrados e invertebrados).