La flexibilidad de nuestra columna vertebral


Tal vez alguna vez pensaste que tu columna vertebral era perfectamente recta hacia arriba y hacia abajo. En realidad, no lo es, y por una buena razón. Desde una vista lateral, se puede ver en ella una curva larga en forma de S. La curva le añade fortaleza a nuestra columna vertebral; la ayuda a absorber las sacudidas cuando caminamos o corremos, y aparte, la hace más flexible.

La columna vertebral humana está compuesta de 33 huesos o vértebras.

Cuello—siete vértebras (cervicales)
Espalda superior—doce vértebras (torácicas)
Espalda baja—cinco vértebras (lumbares)
Sacro—cinco vértebras a menudo fusionadas en un solo hueso
Cóccix—cuatro vértebras frecuentemente unidas entre sí

Número total de vértebras = 33

Origen egipcio de nuestro calendario

    Es sabido que de los babilonios hemos heredado la subdivisión del día en horas, y de la hora en mi­nutos. Fueron a su vez los egipcios los primeros en subdividir exactamente el año en 365 días; se descuidaron sólo en aquellas seis horas, aproximadamente, que hay de más; y este error, con el correr del tiempo, causó una diferencia entre el calenda­rio y la marcha de las esta­ciones. En el año 46 a. de J.C., durante el reinado de Julio César, los astrónomos de Alejandría corrigieran el error. Nació entonces el año bisiesto, o sea un año, cada cuatro, que tiene un día más; este día sirve pre­cisamente para emparejar las seis horas que, sumándo­se durante cuatro años, dan un día entero (calendario juliano). Pero como se trata de casi seis horas, el ca­lendario necesitaba un ulte­rior perfeccionamiento. En el año 1582, en el reinado del papa Gregorio XIIIf se decidió suprimir el año bi­siesto en el último año de cada siglo, tres veces cada cuatro siglos (calendario gregoriano). Desde hace dos mil años los hombres utili­zan, pues, un calendario que se llamó juliano, prime­ro, y gregoriano después, basados ambos en el egipcio.

El Sintoísmo

   El sintoísmo es la religión oficial de Japón; Shinto significa camino de los dioses, según indican las palabras Shin-dios y to-camino. Su culto se remonta a tiempos muy remotos; con diversas modificaciones y acomodo a las diferentes épocas, ha llegado hasta nosotros conservando sus principios esenciales y más importantes ritos.
   Se basa en el culto de las fuerzas y energías naturales, en los temores e in­quietudes que producen en el hombre y en su sentido reve­rencial los dones y beneficios que recibe de la Naturaleza. Dentro de una concepción po­liteísta, el Shinto deifica al sol, al fuego, al viento, a la tierra, al agua y a otros gran­des agentes naturales, así co­mo a sus manifestaciones con­cretas, como las rocas, los arroyos, los volcanes, los ríos, las flores, los árboles y tantos otros elementos que animan y prestan su belleza al escena­rio grandioso de la Naturaleza, A este ciclo, se agrega el cul­to de los antepasados, los hé­roes y las grandes personali­dades históricas del país, a los que se dedica hasta una especie de Olimpo nipón. En­tre el ciclo natural y el humano, se establece una relación poético-religiosa, y así, Jim-mu, emperador legendario de la actual dinastía imperial, desciende de la sin par Amaterasu, la diosa del Sol, que es en la jerarquía religiosa del Shinto lo que Zeus olímpico es en la mitología griega.