No puedes verlos, pero la energía contenida en ellos todavía llega a tu ojo. El ojo no está diseñado para procesar las longitudes de onda de los rayos UV, aunque otros animales tienen esta capacidad.
Sólo porque no puedas ver/detectar este tipo de
luz, no significa que no esté ahí y que no se transfiera a tu cuerpo, dañando tus células en el proceso.