Los mayas eran politeístas. Concebían, al igual que los aztecas, la existencia de una deidad suprema, Hunab Ku, a la que no daban representación física. Su hijo, Itzamna, era un héroe cultural a quien se atribuía la invencion del calendario y que era venerado en Izamal. Chaac era el dios de la Iluvia y Kukulkán, la serpiente emplumada, era la versión maya de Quetzalcoatl. Tenían, además, un gran número de divinidades menores con diferentes atribuciones.
Los sacerdotes conservaban los secretos de la medicina, la astronomía y la astrología, se encargaban de la educación de los nobles y dirigían las labores agrícolas. Es decir, tenían todo el poder en sus manos.
Además de las formas de sacrificio humano comunes a los demás pueblos mesoamericanos, tenían formas características de ofrendar las víctimas a los dioses, tales como arrojarlas a los cenotes (pozos naturales) sagrados y atarlas en lo alto de un poste para servir de blanco a los flecheros rituales.