El espejero fabrica espejos a base de placas de vidrio. Las corta, las graba y cubre una de sus caras con una capa de metal, que el mismo obtiene, para hacerlas reflectantes.
Durante mucho tiempo, los espejos se fabricaron con placas de metal perfectamente planas y pulidas. Para realizar estos accesorios indispensables en todos los tocadores, los antiguos espejeros utilizaban principalmente oro, plata y estaño. Desde hace varios siglos, el espejero es también vidriero. Para obtener sus productos, metaliza la cara de un vidrio muy pulimentado con una fina película de una solución de nitrato de plata sobre la que actúan otros productos. Anteriormente, esta película era de estaño y más tarde de plata; los espejeros son también químicos. Esta capa de nitrato de plata está protegida por un barniz aislante que el espejero deposita con un pincel o con una pistola.