El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo.
Admiramos las cosas por motivos, pero las amamos sin motivos.
Todos los educadores son absolutamente dogmáticos y autoritarios. No puede existir la educación libre, porque si dejáis a un niño libre no le educaréis.
Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina.
Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla.
La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta.
La sumisión a un hombre débil es disciplina. La sumisión a un hombre fuerte es sólo servilismo.
Si de verdad vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda costa.
La humildad es una virtud tan práctica, que los hombres se figuran que debe ser un vicio.
Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen.
Loco no es el que ha perdido la razón, sino el que lo ha perdido todo, todo, menos la razón.
Bebed porque sois felices, pero nunca porque seáis desgraciados.
La fantasía nunca arrastra a la locura; lo que arrastra a la locura es precisamente la razón. Los poetas no se vuelven locos, pero sí los jugadores de ajedrez.
El fin de tener una mente abierta, como el de una boca abierta, es llenarla con algo valioso.
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