El naufragio de un barco obliga a pasajeros y tripulación a lanzarse al agua. Unos y otros, aunque sepan nadar, deben colocarse un salvavidas de corcho o de caucho (este último lleno de aire) para poder flotar en espera de socorro.
El proveerse de un salvavidas individual es la mejor garantía de seguridad para los que viajan por el mar. Los primeros salvavidas estaban hechos de tela rellena de unas placas de corcho poco denso. Actualmente se utiliza también el capoc, un plumón vegetal impermeable, que retiene el aire necesario para flotar. Los llamados "Mae West" son unos salvavidas neumáticos hinchables. Además, existen unos trajes neumáticos estancos, que evitan al cuerpo la frialdad del agua por medio de una capa de aire aislante.