El ingenioso y utilísimo método del radiosondeo, debido al especialista francés R. Bureau, permite la exploración diaria de la atmósfera por medio de los globos sonda. Estos globos, hinchados con hidrógeno y confeccionados con látex puro, miden 2 m de diámetro en el momento de ser soltados. En la altura máxima tendrán 8 m, y estarán a punto de estallar, a causa de la disminución de la presión atmosférica. Estos globos llevan consigo la radiosonda, que reúne varios aparatos registradores -termómetro, barómetro, higrómetro- y un emisor de onda muy corta. Gracias a un sistema de relojería, con agujas móviles y marcas fijas, los aparatos registradores proporcionan las indicaciones deseadas mediante interrupciones de las señales regulares que el emisor envía.
Un radioteodolito, aparato provisto de una lente reticulada y de un receptor de radio, permite el seguimiento de la trayectoria del balón en el espacio, a la vez que recoge las señales. Estas, registradas sobre una cinta, son descifradas en seguida y dan a conocer los valores de la temperatura, de la presión y de la humedad en las diferentes capas de la atmósfera atravesadas por el globo hasta los 30 km de altitud; es decir, hasta las capas altas de la troposfera, zona muy interesante para los meteorólogos. Al final de la ascensión, cuando el globo estalla, la radiosonda desciende, colgada de un paracaídas, y es recuperada.