En el siglo XI, en el territorio del actual Perú, la tribu de los indios quechuas, procedentes del norte, fundo el Estado inca, cuya capital, Cuzco, estaba encaramada en la ladera de uno de los valles de la cordillera andina.
En el siglo XVI y conducidos por Francisco Pizarro, los conquistadores españoles llegaron a la capital del imperio de los incas. En un alto valle andino, la ciudad, que cobijaba a unos 20 000 habitantes, se dividía en cuatro barrios separados por dos grandes avenidas que se cruzaban perpendicularmente. Cada barrio correspondía a uno de los cuatro puntos cardinales. Los muros eran de grandes piedras talladas acopladas unas con otras sin cemento. Una gran fortaleza defendía la ciudad. Partiendo de Cuzco, numerosas rutas surcaban el país: una de ellas tenía 2000 kilómetros de longitud. Saqueada y destruida, no se conservan mas que ruinas de lo que fue capital inca; en sus proximidades se alza una ciudad nueva fundada por los conquistadores y modernizada por los peruanos: pero estas ruinas son de una gran elocuencia.