Los automovilistas compran el carburante que necesitan sus vehículos a comerciantes especializados. Estos distribuyen la gasolina con ayuda de unas bombas que marcan automáticamente el importe del suministro.
Los postes de distribución de gasolina suelen ser anejos a algún otro comercio, como un garaje, un hotel o un parador, aunque lo mas frecuente es que sea una estación de servicio. En este caso, además de vender los diversos tipos de carburante — normal, super o gasoil—, se venden aceites, neumáticos y accesorios, se realizan operaciones de conservación, hinchado y reparación de neumáticos, lavado, cambio de aceite y reparaciones corrientes—, e incluso se venden cigarrillos, periódicos, bocadillos o bebidas. El empleado de gasolinera, incluso en el caso de que sea dueño de las instalaciones, trabaja por cuenta de las compañías petroleras y, aunque conservan una relativa independencia, ha de aceptar el vivir aislado junto a la carretera.