Maximiliano de Habsburgo (1832-1867) fue emperador de México, nieto del emperador de Austria Francisco I y hermano del emperador, también de Austria,
Francisco José. Incorporado a la marina austriaca, de la que fue comandante en jefe, casó en 1857 con la princesa Carlota, hija del rey de los belgas, Leopoldo I. Dos años después fue nombrado gobernador del reino Lombardo Veneto, donde mostró encomiables dotes de gobernante.
En 1863, como resultado de la política francesa en México, la junta de notables que en aquel país secundaba dicha política le ofreció la corona del imperio recién creado. Maximiliano aceptó el ofrecimiento, no sin algunas vacilaciones, y llegó a su capital en el mes de junio de 1864.
Inició una acción encaminada a ordenar la administración, liberar a los indios de la servidumbre y desarrollar los recursos del país, después de recorrerlo en varios viajes, pero no pudo evitar la oposición enconada de los patriotas mexicanos, que no aceptaban la intervención extranjera. Los republicanos, encabezados por Benito Juárez, no dejaron de luchar un solo momento y ni las fuerzas francesas en que se apoyaba su gobierno, ni los elementos nacionales que le eran adictos lograron nunca dominar por completo el país.
Napoleón III, ante el fracaso de su aventura, decidió retirar sus fuerzas de México, no obstante las gestiones que para evitarlo hizo ante él Carlota.
Las fuerzas mexicanas que le quedaron a Maximiliano, con este al frente, fueron sitiadas por los republicanos, al mando del general Mariano Escobedo, en Querétaro. Derrotados los imperialistas el 15 de mayo de 1867, Maximiliano, con sus generales Miguel Miramón y Tomas Mejía, fue hecho prisionero. Juzgó a los tres un consejo de guerra, que los condenó a muerte.