Entre los principales trabajos del químico Henri Moissan se cuentan el de haber logrado aislar el flúor (cosa que constituía una empresa extraordinariamente difícil, ya que este cuerpo, el más activo de todos los elementos. tiene tendencia a combinarse con la mayor parte de los materiales usuales) y el de haber inventado el más potente de los hornos: el horno eléctrico. Para calentar su horno, Moissan se sirvió del fenómeno descubierto por Davy en 1813: cuando una corriente eléctrica suficientemente intensa circula por dos conductores puestos en contacto (dos carbones, por ejemplo), las puntas de estos acaban por ponerse incandescentes y, si separan ligeramente los carbones, la corriente sigue pasando entre ellos, produciendo una descarga en arco en forma de luz deslumbrante. Durante el funcionamiento del arco, los dos carbones se deterioran, en especial el carbón positivo, cuya punta va gastándose en forma de cráter, donde la temperatura es de 3500 °C. Moissan logró así fundir óxidos refractarios como la sílice y la cal, y consiguió preparar el carburo de calcio, primera materia del acetileno.
El horno eléctrico tiene numerosas aplicaciones industriales y existen varios tipos de él. Además del horno de arco, que es el más utilizado para la fusión directa del material, hay hornos de resistencia, que pueden ser de calefacción directa cuando la propia sustancia a calentar forma parte del circuito. Los hornos electrolíticos, además de la acción térmica de la electricidad, utilizan el fenómeno de la electrólisis: permiten la descomposición electrónica de las sales en fusión.