Tal como si hubiese embarrancado en el cieno, los pantanos y las breves lagunas del delta del Ródano, la ciudad francesa de Aigues-Mortes fue en otro tiempo puerto de mar y en él embarcó san Luis.
San Luis fue el creador del puerto y la ciudad de Aigues-Mortes. Hizo excavar un canal para unirla al mar. En su puerto embarcó para la cruzada de Egipto de 1 248 y la expedición de Túnez de 1270. Una muralla cuadrangular de 1 600 metros de extensión protege la ciudad: es la más bella de las murallas fortificadas que subsisten en Francia y jamás ha sido restaurada. La ciudad, que se halla en su interior, es una rigurosa cuadrícula de callejuelas. En la parte externa, un macizo torreón cilindrico de 37 metros —la torre de Constance— sirvió inicialmente de faro a los navios, para convertirse más tarde en cárcel, en la cual fueron encarcelados algunos protestantes, miembros de las asambleas del "Désert".