¿Quién fue el padre de la moderna cirugía?
La especialidad quirúrgica experimentó en el transcurso del siglo XVI un notable auge, transformándose decisivamente gracias, sobre todo, a la excepcional aportación de un cirujano militar francés llamado Ambroise Paré. Su renombre le llevó a servir personalmente a cuatro monarcas sucesivos: Francisco II, Carlos IX, Enrique III y Enrique IV, y llegó a ser nombrado por Carlos IX premier chirurgien (primer cirujano). Su influencia sobre los especialistas de Francia, Italia, España y Alemania fue decisiva para la cirugía del Renacimiento. Nacido en 1510 en Bourg-Hersent, de modesta familia, inició su aprendizaje con un maestro barbero y luego estudió en el Hótel-Dieu de París, donde pasó tres años. Al salir del Hótel-Dieu, se hizo cirujano militar y durante treinta años tomó parte en varias campañas, siguiendo a las tropas y curando a los heridos. Empezó su profesión castrense en el sitio de Turín, donde entró con las huestes de Francisco I. Durante la sangrienta noche de San Bartolomé, Ambroise Paré corrió grave peligro, puesto que se le tomaba por hugonote; Carlos IX en persona lo ocultó en su propia cámara diciendo que no es razonable que quien vale más que todos los hombres sea asesinado. Como cirujano militar que fue, Ambroise Paré se familiarizó con el tratamiento de las heridas de guerra y, como consecuencia de ello, aportó a la cirugía todo un tratamiento nuevo de las heridas por arma de fuego y de arma blanca; así, logró desterrar el bárbaro tratamiento de las heridas por arma de fuego consistente en la aplicación de aceite hirviendo. Ambroise Paré las curaba aplicando una mezcla de un digestivo de huevos, agua de rosas y trementina. Paré fue el primero en realizar ligamentos de arterias en las amputaciones y en operar el labio leporino. Asimismo introdujo métodos más seguros y mejoras técnicas en la ejecución de operaciones tales como la herniotomía y la trepanación y, en el campo de la obstetricia, introdujo la versión podálica o extracción del niño por los pies cuando no se le puede sacar por la cabeza, que es lo normal. Je le pansait, Dieu le guérit (Yo lo atendí. Dios lo sanó): Así suelen acabar las historias clínicas que nos expone Paré. Sus creencias científicas no sujetas a ningún dogma, y por consiguiente insatisfechas, junto con su humilde y honesta sinceridad, le hacían poner este colofón lleno de esperanza. Ambroise Paré, que murió en 1590, a los 80 años de edad, ha sido llamado con justicia «el padre de la cirugía moderna».