Jean Rostand nació en París el 30 de octubre de 1894. Hijo del poeta Edmond Rostand, creció en un medio literario que indudablemente iba a despertar en él, desde muy temprano, la vocación de escritor. Pero junto a la de la literatura, otra pasión debía orientar su vida: el conocimiento de las Ciencias Naturales. En 1913 obtuvo, con brillantísimas calificaciones, los certificados de Psicología general y Química biológica, que se vieron enriquecidos, un año más tarde, por un tercer certificado en Mineralogía. Durante la Primera Guerra Mundial, trabajó en el laboratorio del profesor Vincent, donde se preparaba la vacuna antitifoidea. Sus estudios académicos seguían proporcionándole éxitos e incluso llegó a acariciar la idea de abordar estudios de Medicina. Renunció, sin embargo, a tal proyecto decidiendo dedicarse por entero a la investigación biológica a las órdenes del profesor Caullery en el Laboratorio de Evolución de los Seres Organizados. El impacto de la guerra lo convierte en un pacifista, lo que habrá de reflejarse en sus primeros escritos. En 1919, Rostand publica Le Retour des Pauvres, bajo el seudónimo de Jean Sokori, pues deseaba saber qué opinarían de él sin necesidad de su prestigioso nombre. Más tarde publica La Loi des Riches, pero esta vez ya bajo su verdadero nombre. En 1922, Rostand se retira a su propiedad en Ville d'Avray, donde transcurrirá ya siempre su vida entre el laboratorio y la mesa de escritor. Con obras como Ignacio o el escritor y Les familiotes empieza a despertar la atención del público. Pero hasta 1929 no aparece su primer texto científico, consagrado a problemas de biología y llamado Los cromosomas. Ros-tand ha alternado la publicación de obras teóricas con las de divulgación para el gran público de los avances de la ciencia moderna. Asimismo ha abordado la reflexión filosófica en obras como El hombre, Pensamientos de un biólogo y ¿Podemos modificar al hombre? En 1952 fue galardonado con el Gran Premio Literario de la Villa de París y, siete años más tarde, entraba a formar parte de la Academia Francesa. Rostand no se dedicó a la política, pero siempre tuvo unas ideas marcadamente pacifistas y, sobre todo, muy igualitarias. El escritor francés siempre gustó de llevar una existencia apacible. Pasó los últimos años de su vida retirado en Ville d'Avray, que sólo abandonó en muy contadas ocasiones, y rechazó varios ofrecimientos para pronunciar conferencias en los Estados Unidos y América del Sur. Rostand murió en 1977.