Aunque ya en 1804 el catalán Salva y Campillo había inventado un telégrafo que requería de un cable para cada uno de los 35 signos de su código, no fue hasta 1865 cuando la telegrafía se hace popular. Ese año, Samuel Morse inventa el código de puntos y rayas que lleva su nombre y reduce la infraestructura necesaria a dos únicos hilos.
Basándose en este aparato y en los hallazgos del alemán Johann Reis sobre la transformación de la voz humana en corrientes eléctricas, Graham Bell inventó el teléfono en 1876. Al principio todo el mundo pensó que se trataba de una máquina inútil. Muy pronto, Edison le incorporó un micrófono de carbono en polvo, precursor del actual.