Los interruptores que tenemos a mano en casa son de varios modelos: el rotativo estanco (el más antiguo), el de botón, el empotrado, el unido a un hilo flexible y no clavado en la pared, etc. También existen los interruptores en forma de pera, que cuelgan en la cabecera de las camas. Todos están basados en el mismo principio: una pieza movible de cobre sirve de punto de unión entre el hilo que desemboca en el interruptor y el hilo que sale del mismo. Cuando se gira la llave o se aprieta el botón, la pieza conductora pone los hilos en contacto, o bien, al apartarse, los separa. Para la seguridad de todos, es necesario que los interruptores estén bien aislados e impermeabilizados, y conviene que no se calienten nunca.