El fenómeno de la difracción sucede cuando las ondas encuentran un obstáculo en su camino que las desvía.
La luz, lo mismo que todos los fenómenos ondulatorios, sufre difracción cuando se topa con algún objeto opaco. Si hacemos pasar luz a través de una ranura o un agujerito, podemos tener un haz de luz bastante delgado. El haz se hace más delgado a medida que hacemos más pequeño el agujerito, pero llega un momento en que al hacerlo aún más pequeño el haz de luz se ensancha porque la luz se difracta. Para que se note la difracción es necesario que el obstáculo sea más o menos del mismo tamaño que la longitud de onda de la luz. Si hacemos incidir luz difractada sobre una pantalla podemos observar que, si la luz es de un solo color (monocromática), se forman franjas de luz y oscuridad en los bordes de la parte iluminada de la pantalla; si la luz es blanca, se forman franjas de colores, debido a que los colores que integran la luz blanca se difractan de manera diferente, pues cada color tiene una longitud de onda propia. A estas formas se les llama patrones de difracción, y se deben a la difracción de la luz en combinación con el fenómeno de interferencia.