Cuando se construyó el primer teléfono, entre 1875 y 1876, nadie podía sospechar que un instrumento tan pequeño, y al parecer, tan insignificante, pudiera llegar a tener tanta importancia. El inventor del primer teléfono práctico fue Alejandro Graham Bell, que concibió probablemente la idea de la telefonía en 1874, pero en aquel entonces, no veía la manera de llevarla a la práctica. Al año siguiente, estaba trabajando con su ayudante, Tomás A. Watson, en un telégrafo que pudiese transmitir varios mensajes telegráficos al mismo tiempo, y mientras experimentaba con este aparato, descubrió accidentalmente un procedimiento para transmitir una nota musical por un conductor eléctrico. Este aparato hubiese, quizás, seguido siendo una simple curiosidad durante muchos años si Graham Bell no hubiera pensado ya, con anterioridad, en la posibilidad de transmitir la voz humana por medio de la corriente eléctrica. Poco tiempo después, planeó decididamente el primer teléfono eléctrico para transmitir la voz humana, aparato que fue construido por Watson.
El teléfono fue el resultado de una investigación científica; por ello, Bell procuró por todos los medios que las investigaciones y los perfeccionamientos continuasen.
Él y sus colaboradores dieron a Watson una participación en la primera compañía telefónica que constituyeron, tras de imponerle la condición de que dedicara su tiempo a perfeccionar la telefonía.