Las espinas de los cactos son en realidad hojas trasformadas. Gracias a su forma, protegen a la planta de animales hambrientos o sedientos y evitan la pérdida de agua. Las hojas grandes pierden una gran cantidad de agua a través de sus estomas. Por ello, los cactos desarrollan las espinas que pierden muy poca. Algunas miden hasta 15 centímetros de largo.