Varias islas existen en el Titicaca, entre ellas, las de Titicaca y Coatí, con importantes ruinas de la época incaica. En la primera, existen las ruinas de un templo indígena que estaba consagrado al Sol, y según la leyenda indígena, de esta isla, partieron Manco-Cápac y Mama-Oello para fundar la ciudad de Cusco, y con ella, el que fue, andando el tiempo, poderoso y espléndido imperio de los Incas. En el lado boliviano, no lejos de las orillas del lago, se encuentran las enigmáticas ruinas de Tiahuanaco. Todos estos restos de las primitivas culturas indígenas dan un particular interés a esta cuenca lacustre y la rodean de una aureola de misterio.
Su altura sobre el nivel del mar es de cerca de 3 850 metros, situación que explica la baja temperatura de sus aguas, que es de unos 12° C., como promedio, sin llegar a helarse nunca. Entre los puertos peruanos y bolivianos (Puno, Juli, Yunguyo y Puerto Acosta), el tráfico es intenso y constante. Junto a esta actividad, contrasta la presencia de las balsas indígenas de juncos, dedicadas secularmente a la pesca, como algo que sobrevive de otros tiempos menos atropellados.
Varios ríos alimentan el lago y mantienen el nivel de sus aguas. Por otra parte, en su extremo sur, el río Desaguadero conduce sus derrames a otro lago de menos extensión e importancia, el Poopó o Aullagas.