En la Edad Media, las hazañas que los caballeros realizaban, ya fuera en justas y torneos como en la guerra, las dedicaban a alguna mujer idealizada de la cual llevaban una cinta u otra prenda de amor, que guardaban como si fuera un verdadero trofeo.
Mas cayendo en el exceso, se forjó en el siglo XIV un verdadero culto a la mujer, por cuyo amor o capricho el caballero emprendía desatinadas y peligrosas pruebas. El amor se hizo rebuscada galantería, y se ajustó a cierta etiqueta cortesana que constituyó la "gaya ciencia"
LA CABALLERÍA MORIBUNDA
Por ese entonces el ideal caballeresco se fue desvirtuando. Los caballeros andantes, con su manía de salir en busca de aventuras descomunales capaces de suscitar la admiración y la fama, cayeron en la más burda extravagancia. Los ridículos votos que muchos contraían, la refinada cortesanía del amor: todo contribuyó a sumir la caballería en extremos de artificiosa frivolidad.
Las novelas de caballería, exagerando las hazañas caballerescas hasta el delirio, forjaron con ellas un mundo irreal. Hasta que apareció "Don Quijote", trayendo un último destello del ideal caballeresco; ridículo y desubicado a los ojos del mundo, pero substancialmente humano, honrado y bueno.