Cuando se dice que un barco navega a "tantos nudos", la expresión puede parecer abstracta a quien no haya visto nunca desenrollarse el cordel de una corredera. Este sencillo instrumento, que hace mucho tiempo emplean los marinos para medir la velocidad aparente de un barco, dispone de un flotador de madera, la barquilla, pieza triangular lastrada que se echa a la mar. Esta barquilla, al ofrecer resistencia al agua, hace que se desenrolle un cordel que va fijado al barco y que está enrollado en un carrete que le permite devanarse rápidamente, una vez echada la corredera. El cordel lleva varias señales. La primera de ellas es la marca, que consiste en un trozo de estambre colocado a una distancia de la barquilla igual a la longitud del barco.
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Después de esta marca se suceden los auténticos nudos. La distancia de un nudo a otro es la ciento veinteava parte de una milla marina (cuyo valor es de 1 852 m). Como la ciento veinteava parte de una hora son treinta segundos, la cantidad de nudos contados en treinta segundos por medio de un reloj de arena es equivalente a la cantidad de millas marinas que se navegan por hora. Así, por ejemplo, un barco que navega a 10 nudos (sobretodo no añadáis "por hora"), se desplaza a una velocidad de 10 millas por hora, o sea 10 veces 1 852 m (que son 18,52 km por hora). En resumen: un nudo es una milla por hora. Hoy en día es usual la corredera automática, que se compone de una hélice que gira en la estela del barco y cuyo número de vueltas, registrado por un dispositivo eléctrico, se traduce en millas sobre un cuadrante