Durante mucho tiempo la humanidad soñó con un barco que, como un pez, pudiera navegar bajo la superficie del agua, pero no fue sino hasta 1620 cuando se construyó la primera nave submarina. En ese año, un holandés llamado Cornelius Jacobzsoon Drebbel, que vivía en Inglaterra, diseñó y construyó el primer submarino. En realidad, no era más que un bote de remos cubierto de cuero y untado de cebo para impermeabilizarlo, pero podía sumergirse hasta una profundidad de cuatro metros. Doce remeros suministraban la potencia necesaria para impulsar a la embarcación.