A causa de que necesitan tanta potencia para desempeñar todos esos trabajos, los remolcadores tienen máquinas muy grandes. La cabina del piloto se encuentra muy cerca de proa. Allí trabaja el capitán, que timonea el remolcador y envía señales de campana al maquinista. Da sus órdenes por un tubo acústico que permite que se oiga la voz del capitan en todo el barco. Cuando trabajan juntos varios remolcadores, sus capitanes se hablan entre sí por radioteléfono.
La proa y los costados del remolcador están provistos de amortiguadores de cuerda, para evitar que la embarcación choque con demasiada fuerza contra el barco que esté empujando. Para remolcar emplea un cable de acero, sujeto a un gancho o poste de metal, llamado bita o tarugo.
Los remolcadores de altura, más grandes que los de puerto, figuran entre las naves más marineras del mundo. Puesto que los desastres marítimos suelen ocurrir cuando el estado del tiempo es pésimo, esos remolcadores deben trabajar bien por muy picada que esté la mar.
A veces basta un solo remolcador para arrastrar todo un rosario de barcazas. Aunque algunas barcazas tienen sus propias máquinas, otras son "mudas", es decir, carentes de ruido propio. Las barcazas están hechas para el transporte de muchas clases de carga pesada. Unas llevan despojo o basura que arrojan mar adentro.