Tras partir de la Alaska con más de cien hombres a bordo, el 1° de agosto de 1958, el Nautilus se sumergió bajo el hielo. Se trataba de la operación Sunshine que consistía en atravesar todo el océano Ártico pasando por el polo bajo su casquete.
La navegación es muy peligrosa porque en varios lugares el agua es poco profunda: no hay más que unos treinta metros entre el casquete polar y el fondo del océano.
El 3 de agosto, la voz del capitán Anderson anuncia: "Misión cumplida. Llegamos al polo". La temperatura del agua es de 0 grados centígrados. Encima del submarino hay varios metros de hielo que habría que perforar, en caso necesario. . .
En 1959, otro submarino norteamericano, el Skate, realizó la misma hazaña. Especialmente equipado para romper el hielo, logró incluso reventar el casquete a nivel del polo y salir a la superficie en medio de un ruido ensordecedor.