Las semillas del coco de mar son las más grandes del mundo. Pueden llegar a pesar 42 kg.
El depredador o cazador más grande que ha existido jamás fue un tiburón prehistórico. A partir de los dientes fosilizados encontrados, se calcula que debía de pesar como 7 elefantes juntos.
El drago es un árbol que sólo crece en una cuantas islas de alrededor de África, como Las Canarias. Como su savia es roja, en algunos idiomas lo llaman árbol de sangre de dragón.
Los perritos de las praderas no tienen nada que ver con los perros. Son parientes de los hámsters y viven en Norteamérica en grupos de madrigueras.
Los camellos tienen unas grandes pestañas que pueden superar los 10 centímetros y que eviten que les entre en los ojos la arena del desierto cuando hay tormenta.
Las hormigas cortadoras arrancan trozos de hojas y los llevan a su nido. Se alimentan de los hongos que crecen en las hojas en proceso de putrefacción.
El pájaro carpintero bellotero puede llegar a hacer 50.000 agujeros en un solo árbol. En cada uno guarda una bellota para cuando le haga falta.
Los gorilas de montaña de África tienen un pelaje largo y denso que los protege del frío en la alta montaña. Los adultos no pueden subir a los árboles porque pesan tanto que romperían las ramas.
Es normal que en invierno se ponga un líquido llamado anticongelante en el coche para evitar que se hiele el agua del motor. El bacalao del Ártico produce una especie de anticongelante que inpide que se le congele la sangre.
Los patos y los gansos que migran suelen ir pararndo en humedales porque allí hay mucha agua y comida.
La anaconda es la serpiente más grande del mundo. Puede pesar más de 200 kilos y vive sobre todo en el agua.
La nutria marina caza moluscos, como almejas, se los pone debajo de los brazos y va nadando de espaldas mientras se los come.
El terrorífico rape abisal vive en aguas profundas y tiene los dientes más grande del mundo respecto a su tamaño. Lo son tanto que ni siquiera puede cerrar la boca del todo.
Para impedir la extinción del enorme cóndor de California, un zoológico recogió a los últimos ejemplares y los cuidó hasta que aumentó su población. Luego devolvieron a unos cuantos cóndores a su estado salvaje.