No es un secreto que los seres humanos parezcamos estar obsesionados con mirar nuestro reflejo, somos el único animal que lo hace como parte de una rutina diaria, aunque los chimpancés parecen disfrutar de verse también. Los primeros espejos que se han encontrado fueron descubiertos en la actual Turquía. Están hechos de obsidiana, un vidrio volcánico que es reflejante por naturaleza, y con más de 7.000 años de antigüedad.
Desde entonces, la gente ha hecho espejos pulimentando piedras, metales y cristales. El espejo de mano era un accesorio romano muy común. Según el historiador romano Plinio, los primeros espejos de vidrio se inventaron alrededor del 400 a. C. en Sidón, en el Oriente Medio.
Estos eran hechos aplicando una capa muy delgada de oro, plata o cobre a una hoja de vidrio. Durante el siglo XIX, se desarrollaron los procesos que permitieron recubrir con metal la superficie del vidrio. Los espejos modernos utilizan una capa delgada de aluminio sobre el vidrio.
Aparte del importante objetivo de admirarnos a nosotros mismos, los espejos tienen también un uso primordial en los telescopios, microscopios, periscopios y muchas cosas más.
Cuenta la leyenda que el matemático e inventor Arquímedes, utilizó grandes espejos de bronce pulido para concentrar los rayos del Sol y prenderle fuego a las naves enemigas.