En torno al 6000 antes de Nuestra Era, los campesinos de Oriente Medio inventaron una sencilla herramienta, la azada de piedra, para cavar el suelo. Tenía un mango de madera atado a una piedra afilada. Las primeras hoces eran de sílex, que se podía ir quebrando para obtener un borde afilado con el que cortar espigas, como las de trigo.