Frases célebres sobre el cristianismo
- El cristianismo, con su doctrina de humildad, de perdón y de amor, es incompatible con el Estado, con su altanería, su violencia, sus castigos, sus guerras.—Tolstoy.
- Para ser un cristiano completo es menester combinar las obras de un papista, las palabras de un puritano y la fe de un protestante.—James Howell.
- Ser cristiano es parecerse a Cristo.—William Penn.
- A mi juicio, todos los cristianos, sean papistas o protestantes, coinciden en los puntos esenciales, y sus diferencias son triviales y más bien políticas que religiosas.—Samuel John.
- En cuanto a Jesús de Nazaret, creo que su sistema de moral y su religión, tal como nos los ha trasmitido, son los mejores que en el mundo ha visto o pueda ver; pero temo que hayan sufrido diversas corrupciones, y tengo algunas dudas acerca de la divinidad de Jesús.—Franklin.
- El ángel del Señor visitó a María y ella concibió del Espíritu Santo (Ángelus Domini nuntiavit Mariae, et concepit de Spiritu Sancto).—El Ángelus.
- Los turcos son de opinión que no es raro que una virgen tenga un hijo. Yo me libraré muy bien de introducir esta creencia en mi familia.—Lutero.
- La religión cristiana nos enseña dos cosas: que hay un Dios al que los hombres pueden conocer y que éstos son de un natural tan corrompido que son indignos de Él.—Pascal.
- Jamás ha habido ley, secta u opinión que engrandeciera la bondad como lo ha hecho la religión cristiana.—Francis Bacon.
- No hay naciones más belicosas que las que profesan el cristianismo.—Pierrey Bayle.
- Durante mil setecientos años la secta cristiana no ha hecho más que daño.—Voltaire.
- Los mismos medios que se han empleado para sostener cualquier otra creencia popular son los que han servido de apoyo al cristianismo: la guerra, el encarcelamiento, el asesinato y la falsedad. El cristianismo ha llegado a ser lo que es a fuerza de actos de crueldad sin precedente.—Shelley.
- Yo creería en el cristianismo si datara del principio del mundo.—Napoleón.
- El cristianismo no es una teoría o una especulación, sino una vida; no una filosofía de la vida, sino una vida y un proceso vivo.—Coleridge.
- La firmeza del cristianismo estriba en su moral benévola, en su exquisita adaptación al corazón humano, en la facilidad con que sus ideas se acomodan a la capacidad de cualquier inteligencia, en el consuelo que aporta a los afligidos, en la luz con que ilumina el gran misterio de la tumba.—Macaulay.
- El cristianismo no puede aprenderse nunca en el catecismo. Más fácil es descubrirlo en la hierba del campo, en la lancha del lago, en las canciones de los pájaros del bosque.—Emerson.
- Pretender que el cristianismo se proponía estereotipar las formas existentes de gobierno y de sociedad y protegerlas contra todo cambio equivale a reducirlo al nivel del islamismo y del brahmanismo. Precisamente porque el cristianismo no ha hecho esto es por lo que se ha convertido en la religión de la parte progresiva de la humanidad.—J. S. Stuart Mill.
- El cristianismo es la negación completa del sentido común y de la sana razón.—Bakunin.
- El cristianismo es el enemigo de la libertad y de la civilización. Ha mantenido la humanidad encadenada.—Augusto Bebel.
- Nada puede ser más contrario a la religión y al clero que la razón y el sentido común.—Voltaire.
- Los cristianos han sido los más intolerantes de los hombres.—Voltaire.
- Los cristianos se han quemado unos a otros, perfectamente persuadidos de que todos los Apóstoles hubieran hecho lo mismo.—Lord Byron.
- Todo lo que haga a los hombres buenos cristianos los hace también buenos ciudadanos.—Daniel Webster.
- El que empieza por amar al cristianismo más que a la verdad, pasará después a amar a su secta más que al cristianismo y terminará amándose a sí mismo más que a nadie.—Coleridge.
- Al cristianismo se le ordena, bajo las más severas sanciones, que sea justo en todos sus tratos. Sin embargo, ¿a cuántos hombres de los 24 millones que en estas islas profesan el cristianismo prestaría un hombre que estuviera en su juicio mil libras sin garantía?—Macaulay.
- El cristianismo no puede prometer que hará o no hará determinada cosa en un momento dado, pues no puede saber lo que en ese momento exigirá de él la ley del amor, que es el principio que gobierna su vida.—Tolstoy.