Los científicos miden la fuerza de un terremoto con una máquina llamada sismógrafo, que toma su nombre de seismos, la palabra griega para terremoto. Un sismógrafo consiste básicamente en un delicado brazo metálico con una aguja o especie de bolígrafo en el extremo, que descansa sobre un tambor de papel en movimiento.
Cuando la tierra está en calma, la aguja del sismógrafo muestra una línea recta en el papel. Pero cuando la tierra es sacudida por un terremoto, el brazo del sismógrafo se sacude de manera notoria, registrando el choque como una línea ondulada en el papel. Al examinar estas líneas onduladas, los científicos pueden medir la fuerza del terremoto que la produjo.
Hay una serie de escalas utilizadas para medir y comparar la fuerza de los terremotos. Una de ellas es la escala de Richter, el nombre del especialista en terremotos Charles Richter. Cada número de esta magnitud representa un terremoto con diez veces la energía de un terremoto con el número anterior más bajo. Por ejemplo, un terremoto con una lectura de escala de Richter de 6,0 es diez veces más potente que un terremoto con una lectura de 5,0.
La lectura más alta jamás registrada en la escala de Richter fue de 9,5, y ocurrió en 1960 en las costas de Valdivia, Chile. Terremoto que se caracterizó por formar enormes y destructivos tsunamis que practicamente recorrieron todo el oceáno pacífico.