Todos los seres humanos tenemos reacciones o sentimientos, acerca de situaciones que nos afectan o de aquello que pensamos. Estas reacciones se denominan emociones. Las emociones positivas hacen que una persona sea feliz, que ame, que tenga placer y satisfacción. Pero las emociones también pueden ser negativas, y hacen que una persona sea infeliz, tenga ira, miedo, tristeza, odio, se sienta desilusionada y dolida.
Muchos médicos creen que los bebés, cuando nacen, no tienen emociones, sino que las aprenden con el tiempo, al igual que aprenden a caminar y hablar. Un niño pequeño, por ejemplo, no puede tener miedo de un perro gruñendo, pero si el niño se acerca a la mascota y ésta lo muerde, el niño puede desarrollar un gran miedo y evitará en el futuro a todos los perros.
Las emociones producen cambios químicos en el organismo como defensa. Por ejemplo, si una persona está en una situación de peligro, su glándula suprarrenal envía una hormona llamada adrenalina al torrente sanguíneo.
A medida que la sangre viaja, la adrenalina hace que el corazón lata más rápido, enviando más sangre a su cerebro y a los músculos. Al mismo tiempo, más azúcar entra en la sangre para darle al cuerpo energía adicional para manejar el problema.