Algunas personas consideran que hablar amigablemente con las plantas estimula el crecimiento de éstas.
Para entender la razón, debemos considerar a dos grupos de creyentes. El primer grupo dice que todos los seres vivos de alguna manera están conectados. Para que las plantas prosperen, igual que los animales y las personas, necesitan sentir que son amadas.
Pensando buenas cosas y alentando a una planta con palabras tendrá un efecto positivo en su crecimiento. Se puede decir que un jardinero "conversador" es un verdadero amante de las plantas.
El segundo grupo considera que hablar ayuda a las plantas sólo porque es una forma de sonido. En 1958, el Dr. Singh TCN, experimentando en la India, demostró que la música aumentaba el crecimiento de un árbol de mimosa, acortando el tiempo de germinación de las semillas, y aumentando el tamaño de los cultivos de arroz.
En Canadá, la doctora Pearl Weinberger de la Universidad de Ottawa se rió de la idea anterior. Pero cuando experimentó por sí misma, encontró que al aplicar diariamente breves períodos de sonido ultrasónico sobre unas hojas de lechuga produjo un mayor crecimiento en éstas.
Su explicación es que nada tiene que ver la sensibilidad afectiva que supuestamente poseen las plantas. Ella dice que las ondas sonoras cambian las membranas de las plantas y permiten que los nutrientes en el suelo entren en la planta más rápidamente. Esto, a su vez, acelera su crecimiento.
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