El origen del celofán
En 1908, el ingeniero textil suizo Jacques E. Branderberger cenaba en un restaurante cuando observó con detenimiento una mancha de vino tinto en el mantel de su mesa. Entonces se le ocurrió la idea de crear una tela que fuera impermeable.
Pensó en un recubrimiento que protegiera a los manteles, así que sus primeros experimentos fueron con un líquido derivado de la celulosa conocido como viscosa, con el que forraba la tela; pero la combinación de ambos resultaba demasiado rígida y quebradiza.
Después de muchos intentos se dio por vencido, y al separar la fina capa de viscosa transparente descubrió que ésta se desprendía con facilidad del mantel. Al observar las propiedades de este material y tras pensarlo por unos instantes, abandonó su idea original; después de todo, los manteles se habían hecho para ensuciarse, y decidió comercializar su invento.
Cabe destacar que el celofán resulta del tratamiento de la viscosa y cuenta con importantes propiedades: es impermeable y ho adhiere la grasa y las bacterias, por lo que es usado comúnmente para envolver alimentos. Tiene el aspecto de una película fina, transparente, es flexible y resistente a esfuerzos de tensión, pero se corta con facilidad.
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