Aire comprimido

   Cuando se disminuye por compresión el volumen que ocupa determinada cantidad de aire, cosa que evidentemente aumenta la presión de este, se puede utilizar su posterior expansión en aplicaciones mecánicas.

   Esta fuerza de expansión es la que se utiliza en los vagones de metro, por ejemplo, para el cierre automático de las puertas cuando se pone en marcha el tren. (Antes de la entrada en la estación, el aire comprimido impide la apertura prematura y peligrosa de estas puertas.) El aire comprimido posee múltiples aplicaciones desde el advenimiento de las herramientas neumáticas, como perforadoras, taladros, barrenadoras, martillos, apisonadoras para asfalto o cemento, etc., así como pulverizadores que proyectan pintura, arena, cemento o metal en fusión. Se emplea también en el transporte de cereales, carbón pulverizado, etc., así como en la alimentación de los quemadores de aceites pesados, inyección de aire en los altos hornos. arranque de los motores diesel, etc.

   En las minas -donde tiene, en primer lugar, la misión capital de asegurar la ventilación-, distribuido por toda una red de conducciones, hace funcionar los diversos motores neumáticos que accionan ventiladores, cabrestantes, bombas, transportadores, máquinas de extracción, así como toda una serie de martillos automáticos, puesto que no ha cedido ni un ápice a su gran competidora, la electricidad.

   Los mineros lo emplean también en el rellenado neumático, método de tanta utilización como el rellenado hidráulico. para compensar los vacíos en los casos en que la operación no se limita a dejar que se hunda libremente el terreno (una vez retirado el sostén), según la expeditiva técnica llamada dislocación. En el primer caso se utiliza una rellenadora, que consta de un recipiente, en cuya parte superior se vierte el material de relleno, y de un motor que hace girar una rueda de paletas, que suministra el material en forma regular a la tubería, por la que circula una corriente de aire comprimido.

   Esta máquina puede colocar de 30 a 120 m³ de relleno por hora, transportándolo desde una distancia de varios centenares de metros. La dimensión de los materiales, previamente cribados, no debe ser superior a la tercera parte del diámetro de la tubería, con objeto de que no quede atascada.