¿Quién demostraba su desprecio hacia la sociedad viviendo en un barril?

   Uno de los personajes mas curiosos del mundo de los pensadores griegos fue Diógenes de Sinope (413-327 a.C.). Pertenecía a la escuela de los cínicos, cuyo nombre precede de un gimnasio de Atenas llamado Cinosargo donde daba sus enseñanzas Antístenes, uno de los fundadores de esta escuela filosófica. Los cínicos, cuyo máximo representante seria Diógenes, despreciaban las cosas materiales y proclamaban un ideal de felicidad basado en una vida acorde con la naturaleza. Diógenes era hijo del banquero Ikesios y se cuenta que huyó de su casa cuando supo que su padre fabricaba moneda falsa. Esto explicaría, en parte, su continue odio hacia los hipócritas, que fingen despreciar lo que en realidad desean. Pero otros autores le presentan a el también como cómplice de la estafa paterna. Tomando ejemplo de la vida despreocupada de las ratas, proponía una existencia austera en la que los hombres se contentaran con lo mínimo. Cierta vez, vio a un muchacho que bebía agua tomándola con las manos y Diógenes tiro su propia escudilla considerándola superflua. Dormía en cualquier parte y, habiendo solicitado a un amigo que le consiguiera una casa pequeña, al no recibir noticias, decidió vivir en un viejo tonel que encontró abandonado. Para endurecerse, se revolcaba durante el verano en la arena caliente y en invierno abrazaba la nieve. Según el escritor Menipo, Diógenes fue hecho prisionero en cierta ocasión y le vendieron como esclavo. Al preguntarle que sabía hacer, respondió: Mandar; así que buscad a un hombre que quiera comprar un amo. Otra vez, el propio Alejandro Magno le dijo: Pídeme lo que quieras y te lo daré. Diógenes se limitó a contestar: Apártate de donde estas porque me quitas el sol. Pero la anécdota mas conocida de el es, quizás, aquella que nos lo muestra paseando en pleno día con una linterna encendida en la mano. A quien le preguntaba por su extraña conducta, le explicaba: Busco a un hombre, pues continuamente se lamentaba de no poder hallar a ninguno verdadero, es decir, virtuoso. Sobre su muerte existen dos versiones. La más verosímil sostiene que el cólera acaboó con el. Pero la leyenda prefiere suponer que retuvo voluntariamente la respiración hasta morir.