¿Cómo funciona la dirección del auto?

   La dirección es el conjunto de elementos que, accionados por el volante, permiten orientar las ruedas directrices.
   El volante, por intermedio de un eje (la columna de dirección), actúa sobre un en­granaje que tiene el papel de obtener la desmultiplicación, la cual permite dismi­nuir el esfuerzo del conductor o, mejor, ampliarlo. Sin desmultiplicación, bastaría girar el volante cuarenta grados para orien­tar totalmente las ruedas hacia la derecha o hacia la izquierda, pero sería muy difícil maniobrarlo. Con desmultiplicación, la operación resulta mucho más fácil; pero, en cambio, requiere varias vueltas del vo­lante.
   Desde el dispositivo de desmultiplicación —los dos más comunes son el de tornillo sin fin y sector y el de cremallera—, el mo­vimiento del volante es transmitido al pivote de las ruedas por medio de palan­cas y barras de mando. La dirección está concebida para ser irre­versible: los choques sufridos por las rue­das durante la circulación no deben reper­cutir en el volante y aquélla debe poder absorberlos. Debe ser también estable, es decir, capaz de volver por sí misma, después de un viraje, a la posición de marcha en línea recta. La estabilidad depende del juego (o desvío) dado al pivote de las ruedas; es decir, del grado de inclinación de su eje.

   La dirección puede ser complementada con un dispositivo de dirección ayudada, o servodirección, de accionamiento neumá­tico o hidráulico, que reduce el esfuerzo muscular del conductor para maniobrar el volante. Hace tiempo que este dispositivo se aplica en los sistemas de dirección de los vehículos pesados, como camiones, autobuses y autocares. Se llama radio de giro al ángulo que forman las ruedas de dirección con el eje longitudi­nal del vehículo cuando se gira hasta el lí­mite el volante de dirección. Cuanto mayor es el ángulo de giro, menor es el radio del círculo descrito por las ruedas de dirección. El vehículo es tanto más manejable cuanto más corto es el radio de giro. Se sortean mejor las curvas y se ejecutan más cómoda­mente todas las maniobras (estacionar en espa­cios reducidos, salir de ellos, etc.). Es muy importante atender apropiadamente el mecanismo de dirección. Es de rigor una limpieza absoluta. La caja de la dirección debe contener siempre la grasa suficiente, y los puntos de engrase deben ser lubricados con abundancia. Es preciso que esté sólida­mente fijada al bastidor. Cualquier juego de su mecanismo exige un ajuste. La presión correcta de los neumáticos también es im­portante para la dirección. Su mal funciona­miento es, a menudo, consecuencia de la posición incorrecta de las ruedas delanteras. El "movimiento perdido" del volante de dirección no debe exceder de un ángulo deter­minado. Para los vehículos rápidos, el máxi­mo es de 20 grados; para los vehículos lentos, 30 grados. Disminuye hasta 7 gra­dos para los vehículos con dirección de cremallera, con la cual están equipados numerosos coches, especialmente los au­tomóviles de turismo, y que se manifiesta por la particularidad de que después de los virajes las ruedas delanteras y, por consiguiente, también el volante de di­rección, vuelven espontáneamente a su posición central, lo cual es muy estimado por los conductores en las carreteras si­nuosas.