¿Quién puso, con su invento, la cultura al alcance de mayor número de personas?


   Desde el siglo XV, el mundo dispo­ne de un elemento que ha sido esencial para el progreso de la hu­manidad: la imprenta. Los precedentes de la imprenta se sitúan en el siglo IX en China. Se construía un molde con letras en al­to relieve y se aplicaba este molde sobre papel de arroz. En el siglo XI ya se utilizaban para las letras ca­racteres móviles de madera, pero su uso fue decayendo hasta caer en el olvido.
   En Europa fue el holandés Laurens Coster el primero que compuso un libro con caracteres móviles, en la primera mitad del siglo XV. Sin em­bargo, fue el alemán Johann Gutenberg el primero que concibió y construyó la imprenta en su conjun­to: confección de matrices, fundi­ción de caracteres de metal, composición de los textos e impresión. Nacido en Maguncia en 1397, co­menzó en 1438 sus experiencias en busca de un método para imprimir. A partir de 1440 sus ensayos co­mienzan a tener éxito y en 1445 imprime un fragmento del Juicio Fi­nal. Su obra cumbre llega en 1455: una gran Biblia, a la que se suele denominar Biblia de las 42 líneas, porque éste es el número de líneas que componen la casi totalidad de las columnas. En la segunda mitad del siglo XV, el método de impre­sión de Gutenberg se extendió por Europa.
   Se ha discutido la paternidad del in­vento, pero casi todos coinciden en atribuir el mérito a Gutenberg, aun­que teniendo en cuenta, eso sí, que, como muchos otros inventos de la humanidad, la imprenta ha si­do fruto de una labor colectiva que se ha desarrollado paso a paso y en la que varias personas han aportado su grano de arena.