El mundo de los imanes

   El juego de peces imantados es una diver­sión muy conocida por los niños. A cada uno de los palitos que se usan para pes­carlos va sujeto un hilo del que cuelga un imán de herradura. Con el imán, el jugador atrae los peces artificiales, los cuales tienen un arillo metálico en el ex­tremo.

   Hay muchos otros juguetes imantados o magnéticos. Por ejemplo, los juegos de dardos, con imán en los dardos y en el blanco; aeropuertos, en los cuales los avioncitos de acero se mueven por imanes; muñecas que se pegan al piso; teatros cu­yos actores se mueven por el mismo sis­tema, y otros no menos divertidos. Un sencillo imán puede usarse como juguete.

   El magnetismo se conoce hace muchos años, pero nadie sabe por qué se le llama así. Un relato dice que debe su nombre a un pastorcillo griego llamado Magnes. Y cuenta que cierto día en que juntaba a sus ovejas, apoyó su bastón contra una roca. Cuando trató de quitarlo de la pie­dra, sintió una fuerza que se lo arrancaba de las manos. Antes de él, nadie había en­contrado una roca así. Los pedazos de esta roca fueron llamados magnetos.

   Probablemente, la historia de Magnes no sea cierta. Pero lo que sí es verídico, es que existe un mineral que atrae el hierro y el acero. Se le llama magnetita o galena. Cada pedazo constituye un imán natural permanente.

   Los imanes del juego de peces son tam­bién permanentes. Pero todos ellos son artificiales, es decir, fabricados por el hombre. Tienen la cualidad de ser más fuertes que la magnetita. Se hacen con ace­ro puro, o mezclado con otros metales.

   A los extremos de los imanes se les llama polos. Cada imán tiene un polo negativo y otro positivo. Cuando una punta se acerca a la de otro, se atraerán si una es el polo negativo y la otra es el polo positivo. Pero en caso de que las dos sean iguales, se rechazan, o lo que es lo mismo: nunca se juntan. Algunos juguetes magné­ticos se mueven por esta propiedad.

   Los imanes permanentes son algo más que juguetes: la aguja de una brújula de bolsillo está imantada. Se usan también en las ferreterías y tiendas para recoger los clavos y sirven como instrumento a los médicos para extraer pequeñas partículas de hierro. A menudo se ven imanes en lá­pices, ceniceros, puertas de refrigeradores y letras de escaparate. En la construcción de muchas máquinas se utilizan imanes con bastante frecuencia.

   Hay otro tipo de imán: el electroimán. Éste no atrae al hierro o al acero, a menos que se haga pasar una corriente eléctrica por el alambre que tiene enrollado. Pierde su magnetismo tan pronto como la corriente deja de pasar. La grúa electromagnética se usa para mover desperdicio de hierro.

   Actualmente, son muy importantes los electroimanes. Forman parte de muchos utensilios eléctricos. Cualquier persona puede encontrar uno en su casa; lo hallará en el timbre de la puerta, el teléfono, la radío y la televisión. Lo podrá ver también en la aspiradora y en todos los aparatos eléctricos del hogar. Los grandes gene­radores que proporcionan el alumbrado tienen electroimanes. Realmente, la vida sería muy diferente sin ellos.