El injerto, el desqueje y la acodadura son tres técnicas destinadas a la multiplicación de los vegetales. La acodadura consiste en provocar la aparición de raíces sobre los tallos. Para esto se encorva una rama de manera que baje hasta hacer contacto con la tierra húmeda. Si no es posible, se rodea el tallo con una masa de tierra contenida en una bolsa o en una vasija agujerada; antes hay que hacer algunas incisiones en el tallo y, cuando estas heridas cicatrizan, se forma lo que se llama un callo, sobre el cual aparecen las raíces; cuando éstas se presentan y se desarrollan, se puede separar el acodo de la planta madre, pues tiene un tallo y raíces que le permiten vivir autónomamente.
En el esqueje, el resultado es el mismo, pero se separa el esqueje antes de que las raíces aparezcan. Es necesario, entonces, que el pedazo de tallo no se seque mientras no tenga un aprovisionamiento de agua por las raíces.
El injerto consiste en colocar sobre un vegetal un pedazo de otro individuo, ya sea un botón, una rama o un ramo, grande o pequeño. El injerto no puede prender si el parentesco entre los individuos no es cercano. Normalmente deben pertenecer a la misma especie, mas raramente al mismo género; es poco frecuente, en efecto, que se puedan hacer injertos reuniendo dos plantas de géneros vecinos.
Otra condición para que el injerto resulte, es que la planta que lo va a llevar tenga una vegetación algo más retrasada que la del injerto o un poco menos vigorosa, pues si el injerto no utiliza toda la savia que le proporciona la planta que lo lleva, ésta tiende a eliminarlo y a producir botones capaces de utilizar esa savia.