¿Quién fue el primer poblador de Asia que pasó a América?

   Aunque quizá Colón llegara a Amé­rica el primero a través del Atlánti­co (si bien parece que los vikingos se le anticiparon), no cabe duda al­guna de que por el Pacífico se ha­bía llegado a América miles de años antes: los antepasados de todos los indios que Colón encontró allí lo ha­bían hecho.

   Hoy en día los antropólogos coinci­den en afirmar que todos los grupos étnicos existentes en América, desde los esquimales a los patagones, pueden ser encuadrados dentro de una misma subespecie o grupo de razas: la mongoloide. La subespe­cie mongoloide, caracterizada por tener los ojos oblicuos, el pelo negro y lacio, el color de la piel amarillento (desde el blanquecino al pardo oscu­ro), mediana estatura y escasa pilosidad corporal, como rasgos físicos más comunes, tiene un hogar original, que es Asia, y más concretamente su región nordeste. Y tanto los chi­nos como los polinesios, como los sioux y como los incas provienen del mismo tronco.

   Pero, ¿cómo es que los indígenas de América pudieron establecerse en este continente siendo originarios de tierras tan alejadas de él? Cada vez se van teniendo más datos acerca de esta migración, pero aún son muy insuficientes. Hace unos 25.000 o 30.000 años, hombres que habitaban el nordeste del Asia comenzaron a pasar al continente americano. Para ello hubieron de aprovechar una de las frecuentes épocas de glaciación habidas entonces, que congeló el mar de Bering haciéndolo transitable. Realmente, la distancia no es consi­derable, pero cuesta pensar que seres humanos se aventuraran por aquellas desoladas latitudes, casi polares, en aquellos remotos tiempos. ¿Qué buscaban? ¿Huían de algo? La ciencia sólo puede aventurar hipótesis sobre ello, sin llegar a una conclusión categórica. Por algún pasillo más despejado de hielos, aquellas gentes llegaron hasta las praderas del sur de los EE.UU. y allí es donde se han encontrado los vestigios más antiguos de su pre­sencia: restos que permiten hablar de un paleolítico americano casi paralelo al europeo. Luego, paula­tinamente, el poblamiento se fue extendiendo hacia el sur, hasta al­canzar el extremo meridional del continente americano hace unos 10.000 años.

   Pero éste no fue el único camino. En las civilizaciones de Centro y Sudamérica se pueden hallar rastros culturales emparentados con el este asiático. Es más que probable que, aun antes que las ya probadas expe­diciones polinésicas, se dieran mi­graciones de asiáticos hacia América a través del océano Pacífico, sin que sepamos qué motivó ni en qué condiciones se pudo hacer tan aven­turada travesía.