El traje en las antiguas Grecia y Roma

EL DESFILE DE LOS TRAJES A TRAVÉS DE LOS SIGLOS
Con la extensión de la civilización moder­na, los trajes nacionales, peculiares de cada país, están desapareciendo en todas las comarcas y re­giones del mundo. Los ya hechos o confeccionados contribuyen a que se vista lo mismo la dama de la ciudad, la labradora, la empleada o la sirvienta y a que el banquero lleve el mismo traje que el em­pleado modesto.

Monótonos abrigos están reemplazando al típico traje cantonal de Suiza, y el curioso traje nacional holandés raramente se ve ya, excepto en sitios donde es usado para la atracción de turistas. Hasta en China y en Japón, especialmente en los puertos de mar, el más prosaico y conveniente traje de los países occidentales está siendo adoptado. El küt de los escoceses ha desaparecido prácticamente, ex­cepto para la corte nacional y como uniforme de los regimientos highlanders del ejército británico. El antiguo traje nacional del sur de Albania se con­serva todavía como uniforme del ejército griego; se compone de una especie de camisa, con grandes y blancas mangas, una chaquetilla sin mangas y un ancho ceñidor o especie de faldillas plegadas.


El traje, en Grecia y Roma
La evolución del traje sufre la influencia del de­seo de que se traduzca en el vestido la posición y rango de la persona que lo usa. En el antiguo Egipto y en Babilonia, reyes, sacerdotes y otros dignatarios oficiales se distinguían por los vestidos que usaban sobre los ordinarios delantales, que más tarde, se convirtieron en largas túnicas. El traje con grandes pliegues artísticos llegó a su más alto desarrollo en los vestidos usados por los griegos y los romanos. Los vestidos fueron principalmente piezas de tela, con pliegues producidos por los mismos cinturones o broches que los sujetaban. El principal traje de Grecia fue una larga túnica sin mangas, de tela li­gera; sobre ésta, se visaba el peplo: una pieza rec­tangular de tela de lana más larga que la estatura del que la usaba. Esta pieza se embozaba alrede­dor del cuerpo y se sujetaba en los hombros con broches (llamados en latín fíbulas) del tipo de los modernos imperdibles.

Así era el traje de las mujeres, principalmente en los Estados dóricos. El peplo era generalmente usa­do con un cinturón; en Atenas, era costumbre colo­cárselo por debajo del brazo derecho. Los hombres usaban además el himatión, pieza también rectan­gular de lana, similar al peplo, pero arrollada al cuerpo y sobre uno de los brazos; y las mujeres usaban el himatión de diferentes colores como un abrigo. Un traje ligero y airoso era la clámide, un corto manto de uso muy generalizado entre los jóvenes griegos.

La toga fue el traje nacional de los ciudadanos romanos; siempre la usaban en la calle, excepto cuando trabajaban. Era una gran pieza circular de lana que correspondía, salvo en lo que a la forma se refiere, al himatión de los griegos. Las mujeres usaban una larga túnica (estola) con un borde de color más obscuro en la parte inferior. Sobre ésta, se arrollaban otra pieza llamada palla, de una ma­nera muy graciosa, según el gusto de las personas, sobre todo, en los trajes talares de las sacerdotisas. La toga usada por los jóvenes menores de 16 años y también por ciertos oficiales tenía un borde de púrpura y era conocida por toga praetexta. En oca­siones especiales, tales como la celebración de un triunfo, una toga de púrpura con bordados se usaba sobre una túnica bordada de oro, que llegó a ser la purpura imperial.