¿Cómo nació el teatro?


  Los historiadores de la antigua Gre­cia nos describen algunas ceremo­nias que se celebraban en honor de Dionisos. Un cortejo de sacerdotes se dirigía hacia el altar entonando salmodias, y allí se inmolaba un ca­brito. A continuación daba comien­zo el «canto del chivo»: un corifeo narraba las gestas de Dionisos, mientras el coro respondía repi­tiendo sus palabras. Los coros fue­ron muy pronto dos, aumentando también el número de corifeos.
  Estas ceremonias son el origen del teatro clásico. En griego, el «canto del chivo» es la «tragodía», de don­de se deriva la palabra tragedia. La tragedia reunió argumentos de la religión y de los mitos y leyendas que la adornaban: hazañas de los dioses, gestas de héroes como Aquiles y Ulises... Un coro alterna­ba sus declamaciones con las de un contestador (el corifeo), que des­pués se desdobló en dos, naciendo así el diálogo.
El teatro era al aire libre: los acto­res, todos varones, iban envueltos en túnicas multicolores o en cor­tos mantos, y declamaban cubrién­dose el rostro con grandes másca­ras de aspecto grotesco, cuya mi­sión era también la de amplificar la voz. Los griegos tuvieron grandes autores de tragedias como Esquilo, Sófocles y Eurípides. En la tragedia se exaltaban el valor y la virtud de los héroes y de los dioses; en la comedia, se ridiculi­zaba las debilidades y los vicios de los hombres: avaricia, gula, presun­ción, desmedido afán de poder... La comedia fue también una invención griega. Aristófanes fue el más cé­lebre comediógrafo griego.