Yo no soy un cantor letrao,
mas si me pongo a cantar
no tengo cuando acabar
Y me envejezco cantando:
las coplas me van brotando
como agua de manantial.
Soy gaucho, y entiéndanlo
como mi lengua lo explica:
para mi la tierra es chica
Y pudiera ser mayor;
ni la víbora me pica
ni quema mi frente el sol.
Ricuerdo que maravilla!
como andaba la gauchada,
siempre alegre y bien montada
Y dispuesta pa el trabajo;
pero hoy en dia... ¡barajo!
no se le ve de aporriada (1).
Tuve en mi pago en un tiempo
hijos, hacienda y mujer,
pero empecé a padecer,
me echaron a la frontera.
¡Y que iba a hallar al volver!
tan solo halle la tapera (2).
A este gaucho lo llevaron a la fuerza a la frontera, a luchar con quien no conocía; y un día huyó del campamento y volvió a su tierra, pero no encontró ni familia ni bienes; juro vengarse y se convirtió en un gaucho peleón, bebedor y criminal. La policía lo persigue, pero consigue huir, y pasa los años recorriendo la pampa, malviviendo, hasta que, ya mayor, se acuerda otra vez de aquella tierra en que nació, y vuelve con los suyos.
Estos versos del gaucho pertenecen a un bello poema llamado Martín Fierro, que es el nombre del gaucho que canta su vida y desventuras. Están escritos por un argentino, José Hernández, en lengua gauchesca, que hoy ya se ha perdido.
José Hernández nació en San Martín, provincia de Buenos Aires, en 1834. Su obra más célebre es el Martín Fierro, pero escribió también otro poema llamado Vida del Chacho, y numerosos articulos. Murió en 1886, en Buenos Aires.
(1) Golpeada.
(2) Ruinas.