Cuando gozamos de buena salud, la temperatura de nuestro cuerpo es, aproximadamente, de 37 grados. Cuando estamos enfermos, aumenta: decimos que tenemos fiebre.
El aumento de la temperatura del cuerpo humano constituye una señal de alarma que anuncia la enfermedad. Por lo general, dicho aumento es debido a un acrecentamiento de la actividad de la nutrición, reacción necesaria contra la acción de los microbios, que tiende a reducir la temperatura de nuestro cuerpo. Es una sana reacción de nuestro organismo. La fiebre suele ir acompañada de una aceleración de los latidos del corazón y de escalofríos, encargados de hacer subir la temperatura del cuerpo. Una persona con fiebre debe cuidarse.
Signos clínicos de fiebre
Inicio (estado frío o de escalofríos)
Incremento de la frecuencia cardiaca.
Incremento de la frecuencia y la profundidad respiratoria.
Temblores que se deben al incremento de contriciones y tensión músculo-esquelética.
Quejas de sensación de frío.
Aspecto de “piel de gallina” debido a la contracción de los músculos erectores del pelo.
Detención de la sudoración.
Aumento de la temperatura corporal.
Curso
Ausencia de escalofríos.
Piel que se nota caliente.
Sensación de no tener ni frío ni calor.
Incremento del pulso y la frecuencia respiratoria.
Deshidratación de leve a severa.
Ligera somnolencia, incapacidad para descansar, o delirio y convulsiones debido a irritación de las células nerviosas.
Apatía, debilidad y dolores musculares debido al catabolismo proteico.
Sudoración.
Disminución de los escalofríos.
Posible deshidratación.