Las substancias químicas necesarias para la vida pueden clasificarse en tres categorías; los glúcidos (o azúcares), los lípidos (o grasas) y los prótidos. Las proteínas son los constituyentes más importantes de la célula, mientras que los lípidos y los azúcares son los que le proporcionan energía.
Los lípidos son substancias químicas formadas por la asociación de tres tipos de átomos: carbono (C), oxigeno (O) e hidrógeno (H). Dentro de esta categoría se incluyen las grasas, las ceras, los aceites y los esteroides. Todos estos compuestos comparten la propiedad de ser insolubles en agua, pero de serlo, por el contrario, en alcohol, cloroformo, etc. Las grasas, las ceras y los aceites se componen esencialmente de trigliácidos que son resultado de la asociación de una molécula simple, el glicerol, con diferentes ácidos grasos. Los lípidos, grasas, ceras y aceites se utilizan esencialmente como combustibles. Cuando las grasas almacenadas en un organismo se degradan, liberan una gran cantidad de energía química, de modo que se considera que las grasas constituyen una reserva energética muy importante. También pueden ser un poderoso aislante térmico, como en el caso de las ballenas que están protegidas del frío por una capa de grasa localizada bajo la piel. Los lípidos, en forma de fosfolípidos (asociados con átomos de fósforo) forman parte de los elementos primordiales de las membranas celulares. En cambio, los esteroides, y entre ellos el colesterol, tienen una estructura diferente. Muchas de las hormonas como la cortisona, la progesterona, la testosterona pertenecen a esta clase de compuestos.