A pesar de que las mitologías americanas son sumamente variadas, hay analogías que permiten considerarlas como un todo. Básicamente, encontramos un totemismo en todas ellas, aunque en las zonas más cultas aparecieron los grandes panteones y un complejo culto solar.
Por lo general, los pueblos americanos creyeron que había un mundo superior donde residían los poderes creadores, un inframundo donde vivían los muertos y un mundo intermedio en que habitaban los hombres y algunos espíritus. En todas partes, aunque en diversas formas, aparecen héroes que legislan y organizan, que vencen a algunos monstruos e introducen innovaciones. También aparecen casi dondequiera mitos respecto a una gran inundación o destrucción por medio del fuego.
Se ignora si estas tradiciones mitológicas tuvieron un origen común o si se trata de paralelismos culturales. Ello no obstante, los sabios se inclinan cada día más a considerar la posibilidad de una difusión de Asia a América en diversas épocas y a través de diferentes puntos geográficos, aunque no se excluye la posibilidad de que también se hayan dado casos de paralelismos.
Para los esquimales, el mundo está bajo el dominio de múltiples fuerzas invisibles llamadas Inuna, que pueden convertirse en guardianes del hombre. Es un totemismo individual. Algunas de sus divinidades son Aglulik, buen espíritu que ayuda a los cazadores, Aulanerk, señor de las olas y Sedna, diosa de los animales marinos.
Entre los algonquinos y los iroqueses hay mitologías muy similares. Sus mitos están llenos de héroes civilizadores y dioses creadores.
Los aztecas formaron un importante panteón. Su dios principal, Huitzilopochtli, era hijo de Coatlicue, diosa de la tierra, y hermano de la luna, Coyolxauhqui, y de las estrellas, llamadas "los cuatrocientos del sur" o Centzon-Huitznahuas. Al nacer, el dios mató a todos sus hermanos. Fue deidad de la guerra.
Otros dioses importantes eran Tezcatlipoca, probablemente un dios solar, enemigo de los toltecas de Tula, cuyo dios principal era Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, dios del viento y patrón de las artes y la literatura.
En el panteón mexicano tenía importancia especial Tláloc, deidad de las aguas, que presidía el Tlalocan, uno de los paraísos aztecas.
Uno de los mitos principales fue el de los cuatro soles, que equivalen a otras tantas destrucciones terribles que sufrió la humanidad. Los aztecas pensaban que ahora el género humano vivía en la época del quinto sol.
Del complicado panteón de los mayas deben mencionarse el dios supremo Hunab Ku y su hijo, Itzamná, dios del rocío. Los dioses vientos eran llamados Bacab y el dios de la fertilidad (equivalente a Quetzalcóatl) era Kukul-cán, también dios civilizador.
Los chibchas, habitantes de Colombia, adoraron a un dios y héroe cultural solar, Rochica. También hablan sus mitos de una inundación. Practicaron también los chibchas los sacrificios humanos, como los aztecas.
Los incas sustituyeron el antiguo totemismo por un culto preponderantemente solar. El sol era Inti, tenía forma humana, pero su rostro era un disco de oro. Su hermana era Mama Quilla, la luna, que tenía rostro de plata. Se rendía también culto a Cuicha, el arco iris, a Catequil, dios del trueno, a quien se sacrificaban niños, a Chasca, o sea el planeta Venus, a la constelación de las Pléyades, que se consideraba que era protectora de los cereales, a una deidad del fuego, Nina, a otra divinidad terrestre, Pachamama, y a otras deidades más, de origen preincaico, entre ellas a Viracocha, dios marino y de las aguas en general.
Los incas también contaron entre sus tradiciones la de una destrucción universal por medio de las aguas, lo cual da lugar a cavilar sobre las similitudes que presentan en este punto particular mitologías tan separadas por el tiempo y el espacio como la mesopotamia y la mexicana, la china y la incaica, cuyas semejanzas difícilmente pueden explicarse por una simple coincidencia fortuita. Sin duda alguna, el campo de la mitología comparada reserva todavía muchas sorpresas al estudioso.