Los acumuladores suministran una corriente de baja tensión (6 a 12 voltios), el circuito primario. Pero esta corriente no tiene suficiente potencia para hacer saltar una chispa entre las puntas de la bujía a causa de la resistencia que encuentra; resistencia que se ve aumentada por la elevada presión que reina en la cámara de combustión en el instante en que la chispa debe saltar. Por esta razón, la corriente debe ser elevada a corriente de alta tensión, del orden de los 10000 a 15000 voltios. Para ello se utiliza una bobina transformadora.
Dicha bobina comprende un núcleo central, de hierro dulce laminado, alrededor del cual está enrollado el bobinado del hilo primario, de sección relativamente gruesa. Alrededor de este bobinado se encuentra el arrollamiento secundario, de sección muy fina y de gran longitud. No cuenta con menos de 15000 a 20000 espiras (vueltas). El bobinado secundario está unido, por una parte, a la masa, a través de la caja metálica del aparato, y por otra, al borne de salida hacia el distribuidor. Cuando el conductor establece el contacto, el circuito de encendido está cerrado y el paso de la corriente primaria imanta el núcleo de hierro dulce. En el instante de la ruptura de esta corriente, la desimantación súbita del núcleo magnético crea, por inducción, una corriente de alta tensión en el hilo secundario. Esta interrupción, repetida de manera muy rápida (su ritmo es el de la chispa de las bujías), es producida por el ruptor, situado en el distribuidor de encendido.